miércoles, 9 de noviembre de 2011

Presidio

El otro día me hicieron llegar un texto curioso. El típico que te llega al mail tras unos cuantos reenvíos. El autor proponía cambiar a los ancianos a las prisiones y a los presos a las residencias de la tercera edad. Tras el inicial desconcierto al leer que alguien quería encerrar en prisión a la gente mayor y pensando que era una venganza porque alguna ancianita se le había colado en la cola de la panadería, el texto que seguía explicaba que de esta forma nuestros ancianos dispondrían de las comodidades que se les supone a los presos (derecho a vigilancia continua, vestido gratuito, servicio médico sin desplazarse, biblioteca, asistencia jurídica, comida en su propia celda) mientras que los delincuentes sufrirían las penurias propias que se atribuye a las residencias (falta de vigilancia, comidas en malas condiciones, apagado temprano de luces, precio desorbitado por estancia que, además, se prolongaría hasta su muerte).
Ahora sí. Ahora está clara la intención del autor. Risas inicialmente, indignación a continuación. En qué país vivimos, que trata mejor a sus presos que a sus ancianos...
Pero después pienso. Las prisiones están gestionadas por la Secretaría General de Instituciones Penitanciarias. Por la administración, vaya. Las residencias de ancianos, existen en varios formatos. Pero está bastante generalizado el de gestión privada, aún cuando dependa de las Consejerías de Bienestar Social.
Ahora sí. En qué país vivimos, que trata mejor a los beneficios de algunos que a sus ancianos

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